De profesión cooperante (2)
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De profesión, cooperante: sus retos y aprendizajes

Nacer en un país o en otro no se elige, pero condiciona absolutamente la vida de una persona. Algunos hemos tenido el privilegio de hacerlo en un lado del mundo donde contamos con oportunidades profesionales, buena calidad de vida, sanidad, educación, seguridad, derechos civiles… Otros no.

Trabajar en cooperación al desarrollo

Para las ONG que trabajan en terreno, la figura del cooperante es, claro, fundamental. Un cooperante tiene un contrato de prestación de servicios con una organización no lucrativa en labores de acción humanitaria o desarrollo sostenible. Es decir, no incluye a los voluntarios o becados. Se trata de trabajadores que han elegido esta actividad como carrera profesional. Y desde 2006 cuentan con su propio Estatuto de los Cooperantes.

Perfil del cooperante español

AECID ha publicado interesantes datos sobre ellos con motivo del Día de las Personas Cooperantes, el pasado 8 de septiembre. Se calcula que hay cerca de 2.600 españoles que son cooperantes. El 42% trabaja en el África Subsahariana, y otro 37% entre América del Sur y Central. Otros destinos como Oriente Medio, Asia o el Magreb acogen, respectivamente, a un 6%.

Por tipo de entidades, el 37% están vinculados a instituciones religiosas, el 27% a ONGD y el 23% a organismos internacionales. En cuanto a las personas, el 53% son mujeres, y el 81% tienen más de 35 años. Y si nos fijamos en su comunidad autónoma de origen, Madrid es la procedencia del 23%. Le siguen Cataluña (13%), Andalucía (12%), Castilla y León (10%) y País Vasco (7%).

Hemos conversado con dos cooperantes españolas de dos de nuestras ONGD acreditadas Ayuda en Acción y Médicos del Mundo para conocer mejor su experiencia. Estos son sus perfiles y sus historias.

Silvia Cano. Ayuda en Acción. Etiopía. 6 años de experiencia

En muchas ocasiones estás expuesto a situaciones de inseguridad y violencia, sin acceso a electricidad y agua, incomunicado o sin un hogar estable

Silvia Cano tiene 33 años, nació en la provincia de Cáceres y actualmente es la responsable del Programa Humanitario de Ayuda en Acción en Etiopía. Es licenciada en Administración y Dirección de Empresas y en Derecho. Y tiene un máster en Acción Humanitaria Internacional. Trabaja como cooperante desde 2017. Antes de llegar a Etiopía pasó cinco años en Oriente Medio, en los territorios palestinos ocupados, trabajando con ONG italianas.

 

“Desde pequeña, mis padres siempre me inculcaron el respeto y la tolerancia hacia todas las personas. En mi casa siempre se habló de los pueblos que estaban viviendo guerras o injusticias, y siempre hubo un sentimiento de solidaridad hacia ellos. Con esta concienciación, decidí buscar oportunidades laborales en el sector de la Cooperación Internacional. Estudié un máster en Acción Humanitaria y me fui sumergiendo en este mundo. Sentí dudas, miedos, incertidumbre, pero una vez abrí la puerta, mi motivación fue imparable. Cierto es que el apoyo incondicional de mi familia ha sido crucial. Sin ellos no estaría donde estoy”, nos cuenta Silvia.

Ayuda en Acción interviene en situaciones de emergencia humanitaria, para cubrir las necesidades básicas inmediatas y proteger a la población afectada. Tanto en situaciones causadas por desastres naturales como por conflictos armados, como es el caso de Etiopía. El equipo de Silvia trabaja especialmente con mujeres y niñas. Desarrollan proyectos de educación en emergencias, protección, seguridad alimentaria y medios de vida, entre otros.

Dar valor a lo que realmente importa

“Una de las cosas más complicadas de ser cooperante es la distancia, estar lejos de la familia, amigos y gente que quieres. También en muchas ocasiones estás expuesto a situaciones de inseguridad y violencia, sin acceso a electricidad y agua, incomunicado o sin un hogar estable. Pero una de las cosas que he aprendido es a dar el valor a lo que realmente importa. Pequeños detalles que aportan una felicidad plena, compartir momentos, sonrisas y lágrimas, abrazos, escuchar con atención y ser escuchado. He aprendido a relativizar. Y sobre todo he aprendido de aquellos que te dan todo cuando apenas tienen nada”, asegura Silvia. 

Elena Cáceres. Médicos del Mundo. Guatemala. 25 años de experiencia

La escasez y discontinuidad de los recursos con los que cuentas es un reto. Como el de trabajar en contextos especialmente restrictivos con las mujeres, donde se vulneran sus derechos y no hay mecanismos de protección

Elena Cáceres nació hace 52 años en la isla de la Palma, pero casi siempre residió en Gran Canaria. Licenciada en Pedagogía, tiene un máster en Desarrollo y Cooperación Internacional. Sus conocimientos abarcan numerosas áreas, porque, como ella explica, están en formación permanente. Actualmente trabaja con Médicos del Mundo en Guatemala, con proyectos que también aplican a Honduras y El Salvador. En sus 25 años de carrera como cooperante ha vivido en 11 países de África, América Latina y Caribe.

“En la Universidad entré en contacto con la realidad de los países de Centroamérica que llevaban décadas en conflicto. Junto a un grupo de personas afines montamos una pequeña ONGD. Empezamos a realizar proyectos de educación para el desarrollo e impulsamos la primera Coordinadora de ONGD de Canarias. Cuando acabé el máster empecé a trabajar en Médicos del Mundo en Canarias, donde llevo ya 21 años.  Creo que la organización ha evolucionado mucho y que ha hecho un excelente trabajo en todos sus ámbitos. Me gusta que ha sabido mantener la esencia de ser asociación. El compromiso con sus principios y una apuesta clara por los derechos humanos, la equidad de género y la pertinencia cultural”, sostiene Elena.

Actualmente, su equipo trabaja en proyectos de migración y desplazamiento forzado, prevención y atención a la violencia de género, y seguridad alimentaria y nutrición. Apoyan a los sistemas públicos de salud y organizaciones de la sociedad civil, y también realizan atención directa en situaciones de emergencia sanitaria.

Otro mundo es posible

“Lo más difícil de ser cooperante puede ser la movilidad continua, que dificulta la conciliación personal, y los riesgos por la falta de seguridad en algunos entornos. La escasez y discontinuidad de los recursos con los que cuentas es también un reto. Como el de trabajar en contextos especialmente restrictivos con las mujeres, donde se vulneran sus derechos y no hay mecanismos de protección. La reducción del espacio humanitario y las políticas que limitan el trabajo de las ONG locales o internacionales también son un reto actualmente. Pero este trabajo me enseña cada día que otro mundo es posible, y que la capacidad de resiliencia de las personas es infinita”, afirma Elena.

Contribuir a hacer realidad la misión de las ONGD

Ambas coinciden en que ser cooperante no es un camino fácil. Como tampoco lo es para las organizaciones en las que trabajan. Pero cada día se esfuerzan por estar en el momento justo, cuando más se necesita, para poder atender a las personas en situaciones de emergencia. Y se vuelcan en tratar de impulsar el desarrollo autónomo e independiente de las comunidades locales. La clave está en sentar las bases para que los proyectos sean sostenibles en el tiempo. 

Los recursos económicos que reciben para conseguir estos objetivos son fundamentales. Por eso, colaborar con estas ONGD es una forma directa de contribuir a extender la igualdad entre los pueblos. De dar a esas personas unas condiciones de vida dignas y sin violencia. De ayudarles a desarrollar sus capacidades y a construir oportunidades de futuro.  En nuestro Buscador avanzado de ONG puedes localizar rápidamente organizaciones de cooperación al desarrollo marcando esta opción en el campo «Ámbito principal». Y filtrar por el colectivo al que quieres apoyar (infancia, mayores, inmigrantes, refugiados…), por tipo de actividad (educación, empleo, salud, emergencias…), por zona geográfica, por tamaño, por nombre… Encontrarás una amplia selección de ONG con información detallada sobre cada una de ellas. 

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