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Trabajo social: transformar la sociedad desde su participación en ella

El Tercer Sector está formado por organizaciones heterogéneas que realizan labores muy variadas con estructuras complejas. Una forma de conocerlas mejor es a través de los profesionales que trabajan en ellas. Además del apoyo del voluntariado, las ONG requieren personas con formación especializada para responder a las múltiples necesidades que intentan cubrir.

Hoy vamos a hablar de la figura del trabajador social. Todos tenemos una ligera idea de a qué se dedica. Compartimos la imagen de que es alguien que con su labor mejora la sociedad. Pero ¿en qué consiste realmente su trabajo? ¿Cuáles son sus principales funciones? El trabajo social es una profesión basada en la práctica, que involucra a las personas para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar social.

Perfil de la profesión

Cuando nos acercamos al ámbito del trabajo social, observamos una significativa feminización. Las mujeres representan casi el 90%, según datos del Consejo General del Trabajador Social. Las razones de esta amplia diferencia de género se pueden buscar en las preferencias de las mujeres por las ciencias sociales. Todo ello sin olvidar la propia historia de esta carrera, que nació para profesionalizar las tareas caritativas de asistencia de los pobres que hacían las mujeres.

Con una edad media de 44 años, las funciones que realizan las trabajadoras sociales son muy diversas:

Atención directa. Acciones que se realizan en el terreno de intervención, por ejemplo, ante comunidades que están en situaciones de riesgo o en una emergencia humanitaria.

Mediación. Papel de catalizador de conflictos en los que se requiere de una figura neutral o facilitadora.

Preventiva. Actúa sobre las causas de problemas estructurales de un grupo social con el objetivo de eliminar el riesgo de que vuelvan a repetirse.

Supervisión. Labores relacionadas con el control, seguimiento, acompañamiento y asesoramiento de profesionales que intervienen en proyectos sociales.

Docente. Enseñar en escuelas, institutos y centros de formación de trabajo social o de otros ámbitos académicos.

Aunque gran parte realiza su trabajo en un organismo público, cada vez son más quienes llevan a cabo su actividad en iniciativas sociales. Para conocer más de cerca la labor que realizan, hablamos con trabajadoras sociales de ONG Acreditadas.  

El trabajo social en el Tercer Sector

Lorena Alfaro, trabajadora social de Casa Caridad Valencia, explica en qué consiste su trabajo: “Mi principal función es establecer los mecanismos para dar una atención individualizada a las personas en riesgo de exclusión social que acuden a nosotros. Cada usuario presenta unas necesidades diferentes, por eso es muy importante darle una atención continuada a su situación, para que puedan volver a recuperar una vida autónoma y de calidad”.

Raquel Pérez trabaja en el Departamento de Empleo de la Fundación Secretariado Gitano, desde donde se coordinan las actuaciones dirigidas a mejorar la empleabilidad y facilitar el acceso al empleo de la población gitana. A lo largo de los 20 años de actividad de la ONG, comenta que la esencia de la intervención no ha cambiado, pero han tenido que adaptarse al entorno digital.  

“Hemos tenido que incorporar las competencias digitales tanto en la formación del equipo como de los participantes con los que trabajamos. La implementación de estas herramientas nos está aportando mayor eficacia y precisión en el trabajo. La explotación y análisis de los datos también ha cobrado más peso, pues nos permite orientar, argumentar y visibilizar la intervención”, apunta. 

Precisamente, la situación de pandemia actual ha acelerado la transformación digital del mundo laboral, confirmando, entre otras cosas, que las reuniones virtuales han llegado para quedarse. Esto adquiere especial relevancia en el ámbito del trabajo social, donde la presencialidad siempre ha sido esencial para la intervención directa con personas.

“La incorporación de herramientas digitales nos está aportando mayor eficacia y precisión en el trabajo. La explotación y análisis de los datos también ha cobrado más peso, pues nos permite orientar, argumentar y visibilizar la intervención”, Raquel Pérez (Fundación Secretariado Gitano)

Al respecto, Esther Galante, directora de la Asociación Barró que comenzó su andadura como trabajadora social, señala las dificultades que el trabajo telemático entraña a la hora de atender a sus beneficiarios: “Nosotros somos una entidad a pie de calle, en relación directa con los vecinos e instaurada en la dinámica de los barrios donde intervenimos. La labor socioeducativa se hace acompañando y no es lo mismo la frialdad del teléfono que la cercanía y el contacto físico del trabajador social”.

En esta dirección apunta también Lorena al destacar que “el trato con el usuario, la escucha activa, la comunicación no verbal, crear espacios humanizados y de confianza, la búsqueda de soluciones comunes entre el profesional agente de cambio y la propia persona es fundamental para ejercer de forma eficaz la profesión”.

“La labor socioeducativa se hace acompañando y no es lo mismo la frialdad del teléfono que la cercanía y el contacto físico del trabajador social”, Esther Galante (Asociación Barró)

Además, la brecha digital que sufren las personas más vulnerables tampoco ayuda a tener una intervención virtual de calidad. En el caso de Raquel, por el perfil de personas gitanas con las que trabaja, también considera que el contacto directo y presencial sigue siendo un espacio imprescindible para la intervención con los colectivos a nivel individual y grupal.

Más allá de lo académico

La vocación es uno de los motores del trabajo social. Las personas que deciden dedicarse a ello quieren contribuir a hacer del mundo un lugar mejor. Para Lorena, esta profesión requiere también unas habilidades sociales que van desde la escucha activa, a la asertividad, la paciencia y la empatía: “El pensamiento reflexivo y entender que las desigualdades sociales son fruto del sistema, evitando así culpabilizar al individuo como único responsable de sus circunstancias, son cualidades importantes para este trabajo”.

Esther comparte la misma visión sobre el perfil del trabajador social y añade que “tener una formación intercultural y de perspectiva de género es importante hoy en día porque hay que saber tratar con las personas en situaciones muy delicadas y de culturas muy distintas”.

«El pensamiento reflexivo y entender que las desigualdades sociales son fruto del sistema, evitando así culpabilizar al individuo como único responsable de sus circunstancias, son cualidades importantes para este trabajo”, Lorena Alfaro (Asociación Casa Caridad)

Raquel, que también coincide con sus compañeras, destaca además de la comunicación, la capacidad de análisis y la gestión del equipo como cualidades clave para este perfil.

¿Y cómo se forma un trabajador social? Actualmente, existen 32 universidades en España que imparten el Grado en Trabajo Social. Los estudios tienen un marcado carácter teórico práctico, ya que el 40% de la formación son actividades prácticas. Además, todos los estudiantes realizan obligatoriamente una estancia en centros públicos y privados de servicios sociales, donde son tutelados por un trabajador social en ejercicio. Si bien el requisito mínimo es la diplomatura, el 87% considera que la formación continua es fundamental para ejercer la profesión.  

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