Voluntario y persona mayor de la ONG Grandes Amigos
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Impacto COVID-19 en el Tercer Sector: La historia detrás de la cifra

Ponemos voz y rostro a los principales resultados obtenidos del informe Impacto COVID-19 en entidades sociales elaborado junto a Fundación Deloitte y la Asociación Española de Fundraising.

El pasado 28 de mayo Fundación Deloitte publicó el informe Impacto COVID-19 en entidades no lucrativas,un análisis en el que participamos como colaboradores junto con la Asociación Española de Fundraising para dar a conocer el papel de las ONG durante la pandemia y su respuesta ante los retos socioeconómicos provocados por la crisis sanitaria.

El estudio, elaborado a partir de la información ofrecida por 170 ONG Acreditadas, es una radiografía actual de un sector atomizado, formado principalmente por entidades de ámbito local o provincial con presupuestos por debajo del millón de euros que trabajan con una gran variedad de colectivos y atienden a la población más vulnerable.

Con el objetivo de poner rostro y voz a los datos obtenidos, hemos hablado con profesionales de algunas de las ONG participantes sobre cómo se concretan los principales resultados del informe en su organización.

Preocupación por la caída de ingresos privados
El impacto del coronavirus sobre la financiación es una de las mayores preocupaciones de las ONG y hasta un 70% prevé que sus ingresos se reduzcan debido, principalmente, a la disminución de las aportaciones de las empresas.

No obstante, entidades como ACNUR expresan una mayor inquietud por el volumen de socios, cuyas cuotas supone su mayor fuente de ingresos: “La paralización del canal face to face durante un trimestre y su reactivación a un ritmo más lento va a afectar a la planificación de la captación de fondos para este año”, pronostica Francisco Sevillano, responsable de Alianzas Estratégicas en el comité español de la ONG. 

Preocupa también las contribuciones periódicas de los socios, pues Francisco teme que la crisis económica que sigue a la sanitaria les afecte: “Hemos tenido que negociar a la baja sus aportaciones regulares y es posible que las donaciones adicionales en el segundo trimestre también se reduzcan”.

Aunque todavía es pronto para afirmar si este descenso afectará a los ingresos totales de este año, la capacidad de crecimiento de 2021 sí se verá mermada: «En la mejor de las hipótesis, volveremos a empezar con los mismos socios que teníamos a 1 de enero de 2020”, concluye.

Aumento del número de beneficiarios y de los gastos de actividad
La pandemia ha provocado que un mayor de número de personas necesite la ayuda de las entidades sin ánimo de lucro, un crecimiento que señala el 33% de las ONG y que también se ha visto reflejado en los gastos de su actividad. Ello es especialmente significativo en las entidades que priorizan su trabajo en la lucha contra la exclusión social.

Así lo manifiesta CESAL, cuya misión está orientada a la atención psicosocial, el refuerzo educativo, y la formación y búsqueda de empleo de colectivos en riesgo de exclusión: “La mayoría de las personas que atendíamos antes del COVID-19 estaba empezando a estabilizar su situación tras la crisis económica de 2018. El coronavirus ha hecho que muchas pierdan su empleo o se hayan visto afectadas por un ERTE”, explica Cali Hornos del departamento de Comunicación y Fundraising de la ONG.

Además de su labor habitual, CESAL ha tenido que cubrir necesidades básicas especialmente en Madrid, un tipo de ayuda que se ha incrementado para el 49% de las ONG, incluso para entidades que habitualmente no prestan este servicio: “Tras declararse el estado de alarma, nos encontramos con que la demanda mayoritaria era de alimento y productos de higiene”, comenta Cali.

En este sentido, la solicitud ha sido tan alta que el Ayuntamiento de Madrid y los servicios sociales han puesto a la ONG al frente de diferentes iniciativas para poder llegar a más familias: “Aunque no hemos abandonado nuestra misión, nuestra acción también debe estar dónde las personas más lo necesitan”, señala. 

Atender a una mayor demanda con menos voluntarios
El confinamiento ha limitado nuestra movilidad a actividades esenciales y todavía en la desescalada existen restricciones de horarios y de actividad. Ello ha afectado significativamente a los proyectos sociales que funcionan a base de voluntariado y hasta un 47% de las actividades de las ONG han contado con una menor participación ciudadana.

Es el caso de FESBAL, la Federación Española de Bancos de Alimentos, cuyos 54 bancos de alimentos asociados funcionan en un 95% con la colaboración de personas jubiladas o prejubiladas: “Cuando se decretó el estado de alarma, invitamos a los voluntarios a quedarse en casa, pues se trata en su mayoría de población de riesgo”, cuenta Ángel Franco, director de Comunicación y Prensa de la ONG.

Ante esta situación, algunos bancos alimentos se vieron obligados a cerrar durante las primeras semanas, mientas que otros trabajaron con servicios mínimos, como Madrid y Barcelona, para atender las emergencias y garantizar la recogida y entrega de alimentos: “Tuvimos que adaptarnos a esta situación de precariedad del voluntariado precisamente cuando la demanda de alimentos era y es mayor que nunca”.

Afortunadamente, FESBAL ha contado una vez más con la solidaridad de los ciudadanos: “Jóvenes y personas de mediana edad se han apuntado como nuevos voluntarios para sustituir a los ausentes. Asimismo, instituciones oficiales como el Ejército, la UME, la Guardia Real, Correos y empresas como Mercaso nos han ayudado a seguir en nuestra tarea de distribución de alimentos a las ONG locales y de proximidad”, agradece Ángel.

El apoyo psicológico, una necesidad prioritaria
Uno de los resultados que más ha llamado la atención del informe Impacto COVID-19 en las entidades lucrativas ha sido la magnitud que ha adquirido la prestación de apoyo psicológico, ya que un 71% de las ONG la señala como necesidad prioritaria. Sobre este tema es experta la ONG Grandes Amigos, que proporciona apoyo afectivo a las personas mayores para prevenir y paliar los efectos que la soledad y el asilamiento pueden producir.

Conscientes del impacto emocional y anímico que el confinamiento puede provocar en este colectivo, la ONG ha puesto en marcha un programa de acompañamiento telefónico que continuará tras la pandemia: “Gracias al apoyo del voluntariado, hemos abierto una ventana a las personas mayores para canalizar sus preocupaciones y encontrar una voz amiga con la que evadirse en un contexto que les sitúa como las principales víctimas”, describe Mercedes Villegas, directora de la organización.   

Esta labor ha obtenido sus frutos, ya que, según datos de la ONG, más de un 87% de los beneficiarios de este programa afirma que se encuentra con buen estado de ánimo y 7 de cada 10 personas mayores muestran un nivel de preocupación bajo o moderado ante el COVID-19 a pesar de la sobreinformación existente sobre el coronavirus.

Al respecto, Mercedes subraya el ejemplo que las personas mayores están dando a la sociedad: “Nos están enseñando a relativizar, a valorar las cosas realmente importantes de la vida y aguantar con resiliencia. También nos dan una lección cotidiana de prudencia y disciplina a la hora de cumplir las medidas de seguridad y no bajar la guardia durante el confinamiento”.

Notable en la adaptación al teletrabajo
La digitalización es uno de los grandes retos del sector y uno de los mayores temores que ha despertado el confinamiento, ya que ha forzado a las ONG a teletrabajar. Sin embargo, el 75% de las entidades ha podido adaptarse a las circunstancias especiales ocasionadas por la crisis “sin ningún problema” o con “alguna dificultad puntual”. 

Prueba de ello, es la Fundación Tomillo, cuya plantilla ha podido teletrabajar al 100% de manera inmediata: “La clave ha estado en la actitud del equipo que, ante una situación que no permitía otra opción, eliminó la resistencia al cambio y se sumó al aprendizaje exprés de las herramientas digitales. Además, siempre desde una comunicación interna cercana y humana”, destaca Marisol García Ruiz, subdirectora general de la organización.

Además del pleno funcionamiento de su estructura, la ONG ha intentado continuar con la intervención socioeducativa. Tras la realización de un diagnóstico, detectaron que el 50% de los participantes de sus programas de formación carecían de dispositivos y/o conectividad: “Comenzamos a repartir todos los equipos informáticos de nuestras aulas hasta que llegaron ayudas de nuestros colaboradores y pudimos ampliar el número de cesiones. En paralelo, pusimos en marcha Tomillo Online, una plataforma de formación telemática”, relata Marisol.

En la actualidad, la entidad ya está retomando algunos programas de manera presencial y planificando la escuela de verano. La vuelta al curso se la plantean en un formato que combine la formación presencial y online, ya que “aunque esta experiencia nos ha enseñado que la vía telemática es estupenda para algunas acciones, la parte presencial sigue siendo fundamental para generar vínculos entre participantes y profesionales”.

Impacto digital en el desarrollo de las actividades
Pero no todas las entidades lucrativas han corrido la misma suerte, pues el 45% de las ONG manifiesta que tiene dificultades para desarrollar su labor y un 17% declara que no puede llevarla a cabo. Un ejemplo de ello es la ONG APADIS, cuya actividad está dirigida a las personas con discapacidad y familiares proporcionándoles apoyo a través de terapias de atención temprana, formación, servicios de vivienda, orientación laboral, etc.

Christian Loste, responsable de RSC de la organización, nos cuenta los obstáculos a los que se han enfrentado: “La mayor dificultad está siendo, por un lado, la imposibilidad de proporcionar apoyo presencial a las personas al haber tenido que cerrar el acceso a los servicios diurnos y, por otro lado, la tremenda carencia de equipamiento para garantizar las medidas de seguridad y protección necesarias para evitar contagios en nuestros servicios de vivienda”.

Aunque en algunos casos ha sido posible sustituir el soporte presencial y la formación grupal por la vía telemática, numerosas actividades que suponen contacto directo con las personas han tenido que cancelarse. Es el caso de los centros de día y ocupacionales, las escuelas de familia, la terapia en atención temprana, los eventos anuales y todas las actividades ocio y tiempo libre.

En el ámbito de la gestión, Christian señala que algunas reuniones habituales de coordinación como Juntas Directivas y Asambleas han debido aplazarse o sustituirse por reuniones virtuales empleando el ordenador o el teléfono móvil.

Plantillas afectadas por medidas especiales de empleo  
Con respecto a su estructura, las entidades no lucrativas también han tenido que acogerse a las medidas especiales para mitigar los efectos de la pandemia y un 52% de las ONG confirma que ha tenido que tomar ya decisiones que afectan a su plantilla o prevé hacerlo en el corto plazo. Esta cifra supone el doble de entidades que en la crisis de 2008 desde la que el sector arrastra problemas de liquidez.

Sobre este asunto, Plena inclusión, confederación que representa en España a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, nos proporciona una foto fija de los efectos del COVID-19 sobre las entidades de este ámbito de actuación: “Los servicios financiados mayoritariamente por la Administración Pública, tales como residencias, centros de día, centros ocupacionales, etc., no han sufrido en general modificaciones en la plantilla”, explica Pedro del Río, responsable de RSC de la organización.

De hecho, se ha tenido que reforzar la plantilla por bajas laborales  – comenta Pedro – para mejorar los servicios de limpieza y por las necesidades específicas de atención a las personas con discapacidad en esta situación.

No ha ocurrido lo mismo con los servicios sostenidos con fondos privados, donde sí se han realizado ERTE, como por ejemplo los centros especiales de empleo que han visto reducida la demandad de servicio: “En cualquier caso, el porcentaje de entidades del ámbito de la discapacidad intelectual que han tendido que tomar decisiones que afectan a su plantilla es inferior al 52%”, aclara Pedro, aunque admite que existe incertidumbre respecto al impacto en la fase de desescalada.

Puedes descargarte el informe Impacto COVID-19 en entidades sociales aquí.
También tienes disponible la infografía sobre el estudio en este enlace.

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