Comer es eso que los más afortunados hacemos al menos tres veces al día. Un ritual cotidiano que, además de proporcionarnos los nutrientes y la energía necesaria para vivir, también nos produce placer. En cada vez más ocasiones recurrimos a la comida como expresión de diversión y celebración. Sin embargo, aunque alimentarse es uno de los derechos humanos básicos y universales, 828 millones de personas en todo el mundo pasan hambre, según el último informe de la FAO.
Cuando hablamos de hambre y desnutrición, nuestro primer pensamiento viaja hacia esas imágenes de países en vías de desarrollo tantas veces repetidas en televisión. Pero la pobreza alimentaria está más cerca de lo que imaginamos. Un estudio de la Universidad de Barcelona fijaba a principios de este año en más de 6 millones el número de personas en nuestro país que no pueden seguir una dieta adecuada, en cantidad y calidad, por falta de recursos. Esto puede traducirse, tanto en niños como en adultos, en problemas de concentración, debilidad, irritabilidad, fatiga. E incluso, aunque pueda sonar contradictorio, en obesidad.
Efectos de la pandemia, la crisis económica y la inflación
Estos datos de pobreza alimentaria corresponden a 2021, año en el que se apreció un aumento notable de los colectivos más desfavorecidos a causa de la pandemia. Pero cuando se publique la cifra correspondiente a 2022, es probable que también se produzca un incremento. En este caso por la crisis económica y la inflación derivadas de la guerra en Ucrania.
En España, desde luego, ya se están notando estos efectos. La elevada subida de los precios de los alimentos, que en agosto fue del 14% respecto al año anterior, está provocando el aumento de las llamadas colas del hambre. Y lo vemos cada vez con más frecuencia en los telediarios. Están cambiando los perfiles de las personas que se ven obligadas a recurrir al Tercer Sector para poder comer.
La falta de alimentos, la pobreza más elemental
Desde Casa Caridad, ONG valenciana que atiende a personas sin hogar y en riesgo de exclusión social, ya desde la pandemia lo vienen observando. “Tras la crisis generada por la COVID ya notamos un cambio de perfil hacia personas más normalizadas, muchas familias cuyos ingresos no cubren sus necesidades diarias. Una situación que, con la inflación, la situación geopolítica o el aumento del coste de las materias primas, carburantes o la energía, se ha agravado en los últimos meses”, apunta Guadalupe Ferrer, su directora-gerente.
Esta entidad entrega cada día a unas 1.000 personas una cesta de productos de primera necesidad que les sirven para varios días. La mayoría son familias con algún menor a su cargo. Aparte, diariamente alimentan a unas 120 personas en sus centros de acogida temporal, a unas 30-40 personas sin hogar y a 160 niños de escuelas infantiles que acuden a sus centros.
La importancia de seguir donando productos básicos
La escalada de precios está provocando que, al tiempo que aumentan las personas que se ven en la necesidad de pedir comida, se resientan las donaciones de productos básicos a ONG. Así lo constataba recientemente la Federación Española de Bancos de Alimentos (FESBAL), que engloba a los 54 bancos de alimentos que hay en nuestro país. Unas 7.500 entidades benéficas dependen de su reparto de comida. En 2021 repartieron cerca de 173.000 toneladas, que beneficiaron a más de 1,3 millones de personas. Para este año, sus estimaciones apuntan a un incremento de demanda del 20%.
Estas fechas son claves para los bancos de alimentos, pues el 25 de noviembre arranca su campaña más importante del año, La Gran Recogida. En ella van a participar 11.000 supermercados y más de 100.000 voluntarios repartidos por todo el país. El año pasado recogieron 16.000 toneladas de alimentos, pero este año confían en alcanzar las 21.000 toneladas recogidas en 2019, antes de la llegada de la pandemia.
“Somos muy conscientes de que la situación actual, con la inflación y los elevados precios de los alimentos y de la energía, no es buena. Y tampoco las previsiones socioeconómicas para este otoño. Pero muchas familias dependen de que seamos capaces de mover las voluntades de los ciudadanos para que se acerquen a donar”, indica José Miguel Rivero, de FESBAL.
Excedente alimentarios: evitar el desperdicio de comida
Son muchas las organizaciones del sector que están apoyando a la sociedad española en estos momentos difíciles, ayudándoles a combatir la pobreza alimentaria. Fundación Altius reparte una media de 70.000 kilos mensuales de productos frescos y no perecederos, limpieza e higiene personal a familias en situación de vulnerabilidad social.
Lo hacen a través de su Mercado 1 Kilo de Ayuda, situado en la Ronda de Segovia de Madrid. En este local recogen donaciones periódicas del Banco de Alimentos de Madrid. Y excedentes que un equipo de voluntarios se encarga de recoger cada día de unos 80 puntos de recogida, entre supermercados, negocios de hostelería y otras empresas. También los ciudadanos pueden realizar donaciones, comprando las tarjetas de 1 Kilo de Ayuda que pueden encontrar en los establecimientos físicos y en la tienda online de la cadena Alcampo.
El papel de las cadenas de supermercados como Lidl, Carrefour, Dia, El Corte Inglés o Alcampo son fundamentales. Además, desde Altius se observa un compromiso cada vez mayor de las empresas en general para reducir el desperdicio alimentario y aprovechar los excedentes para mejorar la calidad de vida de quienes necesitan ayuda.
En este sentido, desde ECODES, organización que trabaja para proteger el planeta y contribuir al desarrollo sostenible, han creado una Guía de Buenas Prácticas frente al Desperdicio Alimentario. Su objetivo es ayudar a ciudadanos y empresas a practicar un consumo más consciente y una producción más sostenible.
Iniciativas para colectivos específicos
Otras entidades se focalizan en velar por el derecho a la alimentación de determinados colectivos sociales en particular. Es el caso de Educo. Colaborando con esta fundación podemos ayudar a que muchos niños tengan acceso a una comida completa al día a través de las becas comedor. Hasta ahora han otorgado más de 52.000 becas y proporcionado más de 4,3 millones de comidas a niños de familias en situación de vulnerabilidad.
Y tampoco podemos olvidarnos de las ONG del ámbito asistencial como APADIS o PRODIS. En su misión de apoyar al colectivo de personas con discapacidad intelectual, disponen de centros residenciales donde atienden a aquellos que lo necesitan. Y también se han visto enormemente afectadas por la subida del precio de los alimentos, que les ha obligado a realizar un esfuerzo extra para reducir costes y optimizar al máximo sus recursos.
En el caso de APADIS, como explica Christian Loste, responsable de RSC, el acuerdo con Mercadona les ha permitido, gracias a sus donaciones, complementar su cesta de la compra para seguir dando un buen servicio sin que se vea afectada la calidad de la alimentación ofrecida a sus beneficiarios.
Lamentablemente, son muchas las familias que necesitan ayuda para poder comer cada día. Como sociedad, no podemos mirar para otro lado. Nuestras donaciones son vitales para que el Tercer Sector pueda seguir apoyándolas. Colabora con las ONG Acreditadas que tienen el sello Dona con Confianza. Consulta nuestro buscador de ONG y encuentra organizaciones a las que apoyar por actividad, tipo de beneficiario, zona geográfica, causa, ODS, etc.