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Las ONG dan voz a los más vulnerables en la crisis del coronavirus

¿Cómo está afectando el confinamiento a los más vulnerables? Hablamos con federaciones y ONG nacionales de referencia para que nos lo cuenten.

La crisis sanitaria provocada por el COVID-19 está demostrando que somos personas solidarias capaces de trabajar en equipo. Como piezas de un engranaje, hemos comprendido que cada uno de nosotros juega un papel esencial en la batalla contra el coronavirus. Al decidir quedarnos en casa o al acudir cada día a nuestro puesto de trabajo no estamos pensando en nosotros, sino en nuestros vecinos.

Esa capacidad de cooperación es el motor que mueve a las ONG, actores fundamentales en la lucha contra la pandemia por su atención a las poblaciones más vulnerables. Lejos de dejar de lado su actividad, las entidades sociales están implementando medidas y reestructurando sus recursos económicos y humanos para no dejar a nadie atrás.

Para conocer cómo está afectando la crisis del COVID-19 a los colectivos con los que trabajan, hemos hablado con federaciones y entidades de referencia nacional. Afanadas en reorientar sus servicios al entorno digital y la vía telemática, las ONG siguen poniendo el foco en sus beneficiaros al tiempo que demandan una mayor sostenibilidad en la financiación, flexibilidad y compromiso de los donantes y urgencia en la capacidad de reacción de las Administraciones.

Crisis alimentaria, un viejo conocido

La escasez de alimentos acecha a las personas más desfavorecidas, un porcentaje que se ha incrementado ante la actual emergencia sanitaria. Así lo señala Isidro Rodríguez, director de Fundación Secretariado Gitano, quien advierte de que el confinamiento está siendo devastador para la comunidad gitana: “Gran parte de la población gitana se gana la vida en la calle como vendedores en mercadillos y ahora no pueden llevar lo esencial a la casa”.

Las cifras no dejan lugar a dudas, pues la entidad ha realizado una encuesta a sus beneficiarios y el 40% de una muestra de 11.000 personas admite tener necesidades básicas de alimentación. “Como respuesta, hemos habilitado un fondo de emergencia y estamos captando financiación a través de empresas, además de entregar tarjetas de 100 euros canjeables por comida con la ayuda de supermercados”, añade.

Del mismo modo, FESBAL, la coordinadora de los Bancos de Alimentos, demanda más ayuda alimentaria y aportaciones económicas debido a la paralización de campañas de recogida y la suspensión de actividades de recaudación tras el decreto del estado alarma. Ángel M. Franco, responsable de comunicación de la organización, subraya también la necesidad de ayuda logística para el transporte local: “Tenemos un déficit de voluntarios porque gran parte de nuestros colaboradores son jubilados que han tenido que darse de baja por formar parte de los grupos de riesgo”.

Por su parte, Carlos Pérez, técnico de Programas en el Movimiento Scout Católico, reclama más claridad e información en la gestión de permisos de voluntariado y en los protocolos de medidas de seguridad: “La mayoría de nuestros beneficiarios colaboran en causas sociales como atención a personas mayores, recogida de alimentos, servicios comunitarios, etc., y quieren continuar ayudando durante esta crisis”.

Refuerzo formativo y brecha digital

La pandemia del COVID-19 ha acentuado la desigualdad en la educación al carecer muchos niños y jóvenes de los equipos informáticos necesarios para poder continuar su proceso educativo desde casa.

Miriam Poole, directora de la Asociación Nuevo Futuro, pone el foco en los menores tutelados de acogimiento residencial en España: “Nuestros hogares funcionales acogen a una media de 9 niños por hogar con distintas metodologías de diferentes colegios, lo que dificulta la labor formativa. A eso hay que sumarle que la mayoría no dispone de material tecnológico adecuado para poder realizar sus tareas”.

Preocupa también la situación educativa de los menores gitanos, pues la brecha digital intensificada durante el confinamiento puede aumentar el porcentaje de fracaso escolar: “El sistema educativo va a perder a los jóvenes gitanos de los 14 a los 16 años, teniendo en cuenta que ya un 64% abandonaba sus estudios antes del coronavirus”, lamenta Isidro González.

La suspensión de la actividad escolar también inquieta a Daniel Collado, director gerente de Plena inclusión Castilla y La Mancha, quien señala que los niños y niñas con discapacidad intelectual y del desarrollo tienen dificultades añadidas para seguir las clases telemáticas.

Una problemática a la que también se enfrentan los menores con síndrome de Down, tal y como destaca la directora de la Coordinadora de Síndrome de Down Catalunya: “Nuestros menores no tienen recursos o conocimientos para continuar las clases en casa como el resto de los alumnos. A ello hay que sumarle que los materiales tienen que estar adaptadas a sus necesidades”, explica Úrsula Reales.

Cuando salir a la calle es un derecho

El decreto del estado de alarma por COVID-19 garantiza en su artículo 7 que las personas con discapacidad puedan salir a la calle con fines terapéuticos. Sin embargo, las personas con trastorno mental están teniendo dificultades para acreditar tal derecho: “Han tenido algún problema con los cuerpos y fuerzas de seguridad y tienen miedo e inseguridad”, denuncia Alfonso Serrano, director de desarrollo y calidad de la Confederación Salud Mental España.

Como consecuencia, los niveles de preocupación y de intranquilidad van creciendo, no sólo en este colectivo: “Las personas con trastornos mentales comunes, como pueden ser la ansiedad y la depresión, están aumentado”, informa Ángel Lozano, gerente de la Federación de Salud Mental Castilla y León.

En este sentido, el confinamiento está representando una involución en el tratamiento de las personas con demencias. Jesús María Rodrigo, director ejecutivo de CEAFA (Confederación Española de Asociaciones de Familiares de Personas con Alzheimer y otras Demencias), critica el comportamiento de algunas personas frente a este colectivo: “Tenemos problemas con los vecinos que les increpan en sus salidas terapéuticas, lo que incrementa su estigmatización”.

Igualmente, el encierro está afectando a las personas mayores, no sólo a nivel psicológico, sino también a nivel físico, pues la reducción de movilidad está provocando patologías que antes no tenían. Ainoa Vaquero, Coordinadora de Comunicación y Fundraising de la ONG Grandes Amigos, muestra su intranquilidad al respecto: “Estamos muy preocupados por cuánto va a durar esto porque no hay nada claro sobre cómo tenemos que trabajar con ellos para reducir los riesgos en su salud”.

Protección a pacientes con patologías previas

El impacto del coronavirus en pacientes con enfermedades previas como el cáncer es muy preocupante. Desde la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), alertan de su vulnerabilidad ante la enfermedad: “Necesitamos poder asegurar su máxima protección tanto en sus hogares como fuera de ellos, especialmente en sus desplazamientos a los hospitales en los casos en los que están con tratamientos en activo”, destaca su directora Noema Paniagua Ferrer.

Para ello, es fundamental que los pacientes cuenten con el material de protección adecuado: “Los EPIs son imprescindibles para garantizar la protección de los menores con cáncer”, explica Felipe Jiménez, responsable de captación de fondos de la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer, quien revela que el colectivo se está enfrentado a dificultades añadidas como encontrar un piso de alquiler a la hora de desplazarse para un tratamiento.

No bajar la guardia ante la violencia machista

La cancelación de programas sociales y la suspensión de servicios asistenciales tiene una especial incidencia sobre colectivos vulnerables como las mujeres con discapacidad: “Nos preocupa la salud de las mujeres con trastornos mentales, pues normalmente se encuentran más expuestas a sufrir violencia machista, así como otro tipo de abusos en su familia, una situación que se ve agravada por el confinamiento”, señala Alfonso Serrano.

Úrsula Reales coincide en que la mayoría de estas mujeres viven en entornos que no reúnen las condiciones óptimas para garantizar su seguridad y bienestar: “Hemos tenido que parar un programa dirigido a mujeres con discapacidad víctimas de violencia machista porque no podemos desplazarnos”, lamenta.

Como puedes ver, las ONG continúan volcándose con los más vulnerables, a pesar de que los efectos de esta emergencia global amenazan con sacudir con virulencia los cimientos sociales y económicos del Tercer Sector. Súmate a su capacidad de respuesta frente a la crisis del coronavirus: ¡Colabora!

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